martes, 29 de noviembre de 2011

Vuelvo a la carga, resumen de cómo estamos.

Pues eso que me he hecho el propósito de volver a escribir en el blog de forma habitual. Nuria ya tiene 5 meses que si os digo la verdad, no sé dónde los he metido. Se me han pasado en un suspiro. Parece que fué ayer que llegué del hospital. Ahora, aunque lejos de estar bien organizada, mi vida y mi casa ha dejado de ser un caos permanente de horarios y cosas por hacer, y me veo con la posibilidad de rasguñar unos minutos para escribir en el blog.

Os pongo al dia de las gentes de mi casa, como resumen de estos cinco meses. Papá pitufo, mi marido, bien de salud, jodido de trabajo, con múltiples trabajos acabados y por cobrar y un estado de nerviosismo por el tema económico evidente.

Mamá pitufa a ratos disfrutando/padeciendo de la crianza de sus niñas, a ratos preocupada como papá pitufo y muy preocupada por papá pitufo porque cree que se come mucho la cabeza y eso nunca es bueno. Muy orgullosa de sus pitufinas.

Pitufina grande, Sara, ha crecido mucho estos cinco meses. Ha evolucionado muchísimo en este tiempo, ha crecido físicamente y ya es más una niña pequeña en sus formas y en su manera de moverse. Pero la mayor evolución ha sido la mental. Pasar a ser hermana mayor le ha sentado muy bien, es muy autónoma aunque lógicamente a sus dos añitos y medio nos requiere para muchas cosas y, de lo que estoy más orgullosa, está construyendo una relación preciosa con su padre y con su hermana. Se está convirtiendo en una niña la mar de cariñosa con nosotros. Ha dejado atrás sus problemas con el habla, ahora hay que decirle que se calle.

Pitufina pequeña, Núria, la gran desconocida de este blog, es lo que Carlos González define como la hija de la vecina. Es un bebé amoroso, risueño, glotón y dormilón. Un amorcito achuchable que apunta a tener un carácter más abierto y risueño que su hermana. Es, como Sara, una niña muy alta, y ahí acaban sus parecidos. Nuria es morena, ojos marrones, tez morena, siempre dispuesta a unas risas y un bebé bastante paciente, tanto que las pocas veces que ha llorado con ganas nos hemos asustado Papá pitufo y yo pensando que le ocurría algo grave. El que sea tan plácida ha contribuido mucho a que estos primeros meses mamá Pitufa no se haya vuelto majareta.

Y por último Pitufo peludo, el Leo, está hecho un campeón. Como suponía ha recibido a Núria sin mover una pestaña, no ha advertido el cambio y sólo de vez en cuando se acerca a olerla cuando está en la hamaca. Con Sara tienen pequeñas disputas por la comida, porque se pone pedigüeño cuando ella come, con esa cara de hambre que ponen los perros y Sara le dice "Leo NOOO MIOOO, QUITAAA!!!" que supongo que en lenguaje adulto viene a decir "no me mires con esa cara que al final te lo daré y luego me arrepentiré de habertelo dado". De salud está estupendo, hace unas semanas le hicimos una analítica y salió perfecta y también está en su peso por fin. Las únicas pegas son que el tratamiento que toma para la leishmania le hace orinar mucho, y que cuando hace rato que está echado al levantarse le cuesta y renquea un poco. Que sus caderas se están deteriorando es evidente, pero dentro de todo lo que lleva encima, está fenomenal según su veterinario.

Ale, ya he quitado las telarañas del blog, que le hacía falta. Espero reengancharos y que me sigais leyendo. La próxima entrada en unos días.

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